La Union Europea en 2019
La UE afronta dividida la gran reforma del euro
Los socios de la moneda única deben completar la arquitectura fiscal y financiera para lidiar con futuras crisis en plena desaceleración económica
Una década ha tardado la Unión Europea en sacar al último enfermo de la UCI. Tras haber drenado el déficit en sus cuentas públicas, España saldrá en junio del brazo corrector de la UE. Bruselas, que llegó a tener bajo su tutela a 24 países, deja atrás un prolongado periodo de austeridad cuyas cicatrices aún no se han acabado de cerrar en Madrid, Atenas o Lisboa. En plena desaceleración económica, Europa afronta ahora el reto de culminar una reforma del euro que evite que una nueva recesión se lleve a la moneda única por delante e implique nuevos sacrificios a sus ciudadanos.
Al otro lado del Atlántico, Estados Unidos vivió también hace una década una crisis financiera de dimensiones brutales. Sin embargo, los shocks que sufrieron Florida o California se absorbieron más rápidamente que los de Grecia o España. Además de la política monetaria, Estados Unidos contaba con una arquitectura federal que casi inexistente en la zona euro: bancos que operaban en varios estados, herramientas fiscales, un fondo de garantía de depósitos o un seguro de desempleo. Tras la crisis de la deuda soberana de 2012, que puso en riesgo la supervivencia del euro, la UE empezó a construir ese edificio. Siete años después, cuando Europa empieza a ver las orejas al lobo con la desaceleración económica, todavía está todo a medio hacer.
El presidente francés, Emmanuel Macron, y la canciller alemana, Angela Merkel, dieron un impulso el año pasado en la cumbre de Meseberg a la reforma del euro. Solo seis meses antes, un grupo de economistas de primera fila de ambos países, con antiguos y actuales asesores gubernamentales, les habían marcado en un documento los pasos que necesita dar la zona euro. Entre los firmantes estaban los franceses Jean Pisany-Ferry y Philippe Martin y los alemanes Jeromin Zettelmeyer e Isabel Schnabel.
El comisario de Asuntos Económicos, Pierre Moscovici, opina que ese presupuesto es “demasiado limitado” y apuesta por un instrumento que permita “reducir divergencias, fomentar la confianza y resistir shocks”. “Es importante que tenga una función estabilizadora porque ahora no hay mucho espacio para la política monetaria. En la próxima crisis se podrá contar con el Banco Central Europeo, pero no de la misma forma”, coincide el investigador de Bruegel Grégory Claeys.
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